Seleccionar página

Cuando ponemos en marcha nuestro negocio a todos nos entra una fiebre súbita para crear una web y situarnos en las redes sociales para que todos se enteren. Pero una vez alcanzada esa meta nos enfrentamos al vértigo de qué contar y acabamos descuidando cómo queremos que nos vean. Pero no crean que esto es un asunto menor, exclusivo para aquellos que venden por internet, muy al contrario, va a ser muy importante para el futuro de nuestra actividad profesional, mucho más allá de lo que ahora imaginamos. Como, por ejemplo, para conseguir financiación para nuestro negocio. ¿Sabían que en los Estados Unidos incluyen en sus análisis de riesgos financieros la agenda de contactos y el perfil en las redes sociales de quien pide dinero prestado? Además de disponer de una buena información contable y fiscal, ahora va a resultar imprescindible comunicar nuestro negocio, o como se dice ahora, tener un buen relato de lo que hacemos y queremos hacer.

Los expertos opinan que las nuevas tecnologías y el acceso a una mayor información gracias a internet no sólo están cambiando la economía de una manera acelerada, sino que en un futuro inmediato será posible conseguir dinero prestado en el supermercado del barrio o incluso sin moverse del salón de tu propia casa. Todo apunta a que, en el reto de construir una relación de confianza con su financiador habitual, va a tener más protagonismo la capacidad de seducir con buenos argumentos, no sólo disponiendo de una información seria y de calidad, sino también combinando perfil y visión. La rentabilidad y viabilidad de un proyecto empresarial, en una economía cada vez más abierta y digital, exigen, además de los argumentos habituales, buenas ideas de personas creíbles. Los bancos hablan de análisis de riesgos, mientras nosotros hablamos de conceptos como ilusión, confianza, expectativas, oportunidad y futuro. Dos perspectivas de una misma realidad que han de converger para beneficio mutuo, pero que exige una comunicación inteligente en una economía más compleja que en el pasado.

Cuando uno piensa en la iniciativa que quiere poner en marcha, o que se pretende mejorar, su gimnasio, el bar, la tienda, la consulta, su invernadero, nunca imagina el enorme papeleo y el tiempo que se consume en gestiones administrativas y en trámites obligatorios. Esas tareas que nos distraen e incluso nos fastidian, pero al que nos enfrentamos con una puntualidad prusiana. Por eso sale rentable acudir a buenos profesionales que nos resuelven esos asuntos, esos asesores que nos facilitan la vida y nos permiten poner el foco en vender más y mejor. Pero como los tiempos han cambiado, además de hacer esos deberes inevitables y dejarse aconsejar para no perder el escaso tiempo disponible, es más necesario que nunca saber qué contar y a quién. Al final, más allá de explorar las diferencias entre crédito y préstamo, entre página web o atención directa, entre publicidad o prescriptores, sea como sea nuestro negocio, todo se reduce a dar con nuevas respuestas a las preguntas de siempre: qué vendemos, cómo vendemos y a quién vendemos.