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Hace pocos días el diario La Vanguardia publicaba un reportaje muy interesante que tituló “los fondos de capital riesgo toman el mando”. En esta pieza se destacaba el creciente protagonismo de estos fondos en la financiación de las empresas, que además están influyendo de manera directa en sus modelos de gestión. Como dato significativo, apuntaba que en Estados Unidos una de cuatro empresas de tamaño medio tiene a estos fondos entre sus accionistas. Un fenómeno del que no hay sector que se escape, porque ponen su foco de interés en casi todos los segmentos empresariales, alcanzando a medios de comunicación, empresas de alimentación, constructoras, plataformas de servicios, start ups, y un largo etcétera. Uno de los datos que avalan este fenómeno, nos informa el diario barcelonés, es la significativa caída en los últimos tiempos en la expectativa de rentabilidad de las inversiones en empresas, que ha pasado de un promedio de 13 veces el beneficio bruto a cifras que están en torno a un 7 por ciento. Una tendencia que además anima a fondos con la liquidez suficiente para esperar pacientemente cambios de ciclo económico y aguantar más tiempo con sus inversiones.En España, además, se dispone de un régimen fiscal muy favorable para la inversión de, o a través de, estos fondos, porque en algunos casos la bonificación fiscal puede llegar a un 99%.

Pero también habría que destacar el papel emergente de muchos fondos en el mundo de los emprendedores más innovadores, de su rol cada vez más protagonista en el ámbito de las start ups y de los spinoffs. En el diverso mundo de los emprendedores existe un amplio abanico de posibilidades en materia de espacios donde ubicarse, subvenciones y ayudas públicas, asistencia técnica básica para echar a andar en esos primeros pasos empresariales, incluso de mecanismos de financiación tradicionales. Pero, por desgracia,es igual de frecuente observar una significativa dificultad de comunicación entre muchos de estos emprendedores y los potenciales inversores. Una buena idea no garantiza el interés y predisposición de un inversor, sino que esta requiere el acompañamiento de un buen plan de empresa y del concurso de buenos gestores. Uno de los fenómenos que deberían erradicarse es esa penosa moda de someter a balbucientes emprendedores, dominados por el lógico e inevitable pánico escénico,a presentaciones ridículamente constreñidas a unos pocos minutos en los que explicar un proyecto a menudo necesitado de una presentación inteligente y pormenorizada. Los inversores deberían demostrar la paciencia suficiente de escuchar con atención un proyecto con el tiempo que este se merece, igual que los emprendedores deberían realizar unos deberes mínimos antes de osar presentarse ante unos potenciales inversores. Por desgracia ambas malas prácticas abundan más de lo que parece.

Los inversores deben creer en el proyecto empresarial apoyando activamente su crecimiento y expansión, como los emprendedores deben de contar con una adecuada planificación y los necesarios recursos de gestión, (formativos, humanos, técnicos), que confieran seriedad a su iniciativa. Es un proceso de contaminación recíproca, los inversores y emprendedores condenados a entenderse, trasmitiéndose y compartiendo visiones, habilidades, conocimiento y expectativas. Un reto importante ahora que el papel de los fondos se acrecienta, porque no sólo de financiación viven las empresas, sobre todo aquellas que ofrecen las ideas más innovadoras y disruptivas.